En 1920 España presentaba un mapa en el que la población se repartía por todo el territorio de forma más o menos uniforme con un mosaico de cultivos, ganado y prados. Hoy, el panorama ha cambiado radicalmente y las zonas rurales en España, según datos del INAP, han perdido 5,3 millones de habitantes entre 1960 y 2021. Ante este escenario, uno de los grandes objetivos de la política actual es revertir esta situación. Sin embargo, en un momento de crisis de biodiversidad, hacer volver gente al entorno rural puede ser visto como una amenaza para la conservación de la naturaleza. ¿Hay algún escenario que permita compatibilitzar ambos retos? Por primera vez, la ciencia ha analizado esta cuestión desde una perpectiva ecológica y concluye que la mejor estrategia para alcanzar los dos objetivos es hacer un uso extensivo del territorio. Este es el principal titular de un artículo de revisión publicado recientemente en la revista People and Nature de la British Ecological Society que, liderado por el CREAF y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha reunido también a expertos de otras instituciones.

El uso extensivo engloba un amplio abanico de actividades con repercusiones positivas sobre la naturaleza y la sociedad potenciando una economía local y sostenible, mediante el agroturismo, por ejemplo con rutas para observar pájaros; la ganadería extensiva y la silvopastura, que mantienen prados, especias de pájaros y mariposas autóctonas; la agricultura ecológica o regenerativa, que reduce los fertilizantes químicos y disminuye los contaminantes, revive la tierra y captura más CO₂ en el suelo, o diversificar las energías renovables solar y eólica por el territorio. Al mismo tiempo, se incluyen iniciativas para recuperar los procesos naturales, como por ejemplo potenciar las cubiertas vegetales.