El suelo, la tierra, es como un organismo vivo y uno de los elementos indispensables para mantenerlo activo es el agua. Por desgracia, muchos suelos mediterráneos deben afrontar una carencia de agua crónica a lo largo de cada verano e, incluso, en algunas ocasiones a lo largo de varios años, como los episodios que hemos sufrido recientemente en Cataluña. Durante la primavera hemos disfrutado de una buena cantidad de lluvias que reactivarán la vida de muchos suelos, pero algunas heridas de la sequía serán más persistentes, sobre todo en la vida microbiana que ayuda a secuestrar carbono y a proporcionar nutrientes a las plantas con su capacidad descomponedora. Hablamos de ello con una de las investigadoras de suelos del CREAF que forma parte del equipo del RegeneraCat, Sara Marañón.
Los suelos mediterráneos tienen microorganismos capaces de adaptarse a una sequía temporal reduciendo su actividad y abultando su pared celular, lo que se conoce como estructuras de resistencia. El problema es que, durante este período de tiempo, los microbios no están realizando su labor de descomposición y la materia orgánica se mantiene intacta, por lo que no va entrando carbono en el almacén subterráneo del suelo. “Cuando un suelo está muy seco, algunos microorganismos desempeñan su función de forma mucho más lenta, así que la actividad microbiana de ese suelo es baja. Esto se puede observar en los suelos más secos, donde hay una diversidad considerable de organismos pero la mayoría están inactivos y no se está produciendo un reciclaje de nutrientes” explica Sara.