¿Cómo debería ser un suelo sano?

Sòl forestal de Mas Planeses amb diversitat d’hàbitats. Font: Galdric Mossoll

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El suelo, la tierra, es la base de la vida y de nuestro planeta. Nos proporciona servicios ecosistémicos como la producción del 95% de nuestros alimentos, el hábitat para miles y miles de especies, el soporte para construcciones, la resiliencia frente a inundaciones, el reciclaje de nutrientes y agua, y la regulación climática almacenando carbono e influenciando las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, el suelo es el mayor reservorio de carbono orgánico de los ecosistemas terrestres y, como sumidero, a nivel mundial sólo lo superan los océanos. Esto hace que, cuando pensemos en soluciones ante el cambio climático, el suelo deba ser una de las piezas clave. ¿Pero cómo es un suelo sano?

En primer lugar, debe tenerse en cuenta que un suelo sano es un sistema vivo. Por tanto, debe albergar una diversidad importante de organismos micro y macroscópicos como artrópodos, hongos, bacterias, gusanos, etc. y una proporción importante de partes o restos vegetales como raíces o hojarasca. Todo ello debe traducirse en una alta cantidad de materia orgánica que permita al suelo realizar todas sus funciones. Un suelo sano también debe disfrutar de una estructura porosa y permeable para que pueda circular el aire al mismo tiempo que absorbe y retiene agua, facilitando el arraigo de plantas y permitiendo el movimiento de la fauna.

Otro factor importante es que exista una cantidad adecuada de nutrientes como el nitrógeno, el fósforo o el potasio, entre otros, que son indispensables para las plantas. Y, por supuesto, un suelo sano es NO debe estar contaminado y NO puede acumular productos químicos como pesticidas o excesos de nitratos. También hay que tener en cuenta que existe una gran diversidad de suelos, no todos son iguales; hay más arenosos, francos o arcillosos, y pueden variar factores como la capacidad de retener agua o de alojar un tipo de fauna edáfica u otra.

La importancia y el potencial de la salud de los suelos es lo que hace que el modelo de agricultura regenerativa se centre en recuperarla. El futuro del sector agrícola y ganadero debe pasar por aplicar sus técnicas para revitalizar este ecosistema clave.

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